domingo, 8 de noviembre de 2015

Las mujeres del algodón: tejiendo sueños en el Oriente

Herederas de una larga y fina tradición textil, las mujeres de Santa Rita, una pequeña comunidad chiquitana del municipio de Concepción en la Provincia Ñuflo de Chávez del Departamento de Santa Cruz, se han organizado para producir fibra y prendas de algodón orgánico que cultivan en sus hogares.

Toda la cadena productiva, que va desde el mismo cuidado de sus plantas, así como la selección de los mejores copos de algodón, para luego ser cardados e hilados, se cuida con meticulosidad para garantizar la calidad final del producto.

Chalinas y mantillas elaboradas en 100 por ciento de algodón natural, trabajado con tintes naturales que se extraen del bosque chiquitano son parte de su oferta de productos, que también se complementa con la producción de cestería tradicional en distintos

tipos de tramado.

Naturalmente, la planta de algodón que ellas utilizan es parte de la biodiversidad del bosque seco chiquitano, convirtiéndose desde tiempos remotos en uno de los recursos textiles de la región.

El conocimiento del procesado del algodón, que no abandona su carácter enteramente manual, proviene del tiempo en el que los pueblos de tierras bajas fueron reducidos por las misiones jesuíticas, y desde entonces son también parte de su identidad cultural y patrimonio.

PIEZAS A PRUEBA DEL CLIMA

Caracterizadas por la ligereza y la frescura que proveen a quien las lleve puestas, estas prendas de algodón natural son incomparables compañeras térmicas en distintos de tipos de clima. Además de ser muy frescas, son igualmente abrigadas, por lo que se han convertido en apetecidos productos en distintas partes del país, y ahora también poco a poco, de distintas partes del mundo.

PROCESO “PEDIMANUAL”

Iniciado con la recolección de la materia prima y su posterior acopio y secado al natural, el algodón atraviesa

infinitas revoluciones en las ruecas

de madera que estas maravillosas

artesanas dominan con los pies,

para luego ser sumergidos en resinas de madera y plantas que provienen

de un conocimiento anterior a la llegada hispana.

Una vez que el color se ha fijado en la fibra vegetal, alrededor de 600 hilos son montados sobre un telar horizontal para luego ser trabajados en base al tramado y urdimbre, que luego terminan siendo el resultado de un proceso sacrificado que no siempre está bien remunerado.

Considerando esta realidad, es importante hacerle notar al lector que el trabajo artesanal que proviene de Santa Rita es el resultado de muchos años de trabajo y perfeccionamiento de técnicas y procesos que agregan valor a las piezas textiles.

Un producto que no es elaborado en serie industrial posee carácter, espíritu y corazón, no solo por el sacrificio

y dedicación de las manos de quien

lo ha producido, sino también por el valor de unicidad que lo caracteriza, por lo que se conecta plenamente

a la realidad, también única, de quien lo utiliza.

En todo caso, lo invitamos a imaginar y compartir juntos, a través de estas pocas fotografías, la naturalidad de un lugar maravilloso en lo profundo del bosque, con aromas y sonidos que emergen del tiempo, convirtiendo sueños en prendas únicas, en base a un compromiso de calidad que deviene del sueño de las mujeres de Santa

Rita, el sueño y el emprendimiento

de las mujeres del algodón.


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